04/Mayo/2025
Los aranceles podrían ser la chispa que ponga luz a los excesos de la economía americana
El argumento de la administración republicana para justificar los aranceles fue que EE.UU. es víctima de una trampa maquiavélica del resto de países. Estos se benefician de los empleos y los impuestos que crea la producción y además del vasto mercado de consumo americano, sin aportar a su erario público como tienen que hacer los trabajadores y empresas ubicadas en su territorio. Y para colmo hay que financiar a los extranjeros su defensa con bases militares repartidas por el mundo y contribución máxima a los presupuestos de la OTAN. Es preciso atajar esta suma de injusticias que empobrecen y endeudan al pueblo americano . Así, el dos de Abril, cuando se anunciaron los aranceles, se vendió al pueblo como el día de su liberación.
Este punto de vista que difunden los senadores republicanos en los mass media pudiera ser una quimera demagógica porque fueron los empresarios americanos quienes decidieron en los ochenta trasladar sus fábricas a China para aumentar los márgenes. Varios ciudadanos chinos, hartos de que se acuse a su país, han colgado vídeos en Tik Tok donde desvelan la fabricación de productos que luego son vendidos bajo marcas de lujo en occidente para demostrar que el engaño al consumidor americano proviene de sus propias corporaciones mercantiles. El CEO de una gran tecnológica californiana ha argumentado para salir del paso que actualmente el motivo de producir en China no es el menor coste laboral, sino que el número de trabajadores cualificados imprescindibles para ensamblar sus productos no se encontraría en el mercado laboral americano. De momento Trump ha retirado los componentes tecnológicos de su tabla de aranceles, pero para el resto de productos se mantiene el 145%. A principios de Abril muchos pequeños y grandes comerciantes aumentaron sus inventarios con pedidos que aún evitaron esta tarifa, por lo que pueden disponer de mercancía durante unas semanas.
Pero el día nueve de Abril entraron en vigor los aranceles y a partir del diez casi la mitad de los barcos de mercancías que debían zarpar desde China a la costa americana del Pacífico recibieron la orden de esperar, cursada por el gobierno chino, la empresa exportadora, la importadora o el fletador que no puede costear fletes a media carga. A partir del 20 de Mayo se empezará a notar el desabastecimiento en los supermecados americanos, porque la mitad de la mercancía que debió partir cuarenta días antes desde China no llegará, está esperando en los barcos anclados frente a los puertos chinos.
Si no se negocia a un acuerdo con China las consecuencias sobre la economía americana pueden ser múltiples y muy negativas a corto y medio plazo en forma de inflación, pérdida de empleos y tensiones en el mercado monetario, de deuda y de acciones. La rápida recuperación que han tenido los índices de la Bolsa tras el batacazo inicial puede ser engañosa. Debemos fijarnos en que el bono americano a diez años marcó una subida que lo llevó por encima del 4,5% tras el día de la liberación, contraviniendo así las pretensiones de Trump de provocar una rebaja de tipos para amortizar la abultada deuda. La desesperación del mandatario fue tal que llegó a anunciar el despido de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, acusándolo indirectamente de la subida. En realidad los mercados han reaccionado a una política autárquica que crea incertidumbre y por tanto exigen más interés para prestar dinero al Tesoro americano. Trump se guardará el comodín de culpar a Powell por mantener los tipos altos en caso de que estalle la recesión, lo que parece inevitable porque ya antes de las elecciones de Noviembre había muchos síntomas de recalentamiento de la economía: burbuja en el mercado de acciones e inmobiliario y abultada deuda estatal.
La valoración de las acciones puede medirse con el indicador Buffet que compara el valor total del mercado con el producto interior bruto americano y se llegó a situar en un 200% en Marzo lo que indica una sobrevaloración salvaje. Ahora se encuentra en el 189% y algunos grandes medios de comunicación aconsejan tomar esta bajada como una señal de compra, falacia que hace sospechar un reparto de acciones desde los grandes tenedores que controlan los medios a los inversores minoristas, menos precavidos y temerosos de perderse ganancias fáciles. Todo ello anticipa un desplome más pronunciado en los mercados.
En el mercado inmobiliario el plazo para vender una casa va en aumento en los estados del sur y el oeste. Hay promociones de unifamiliares y apartamentos sin adquirir simplemente porque su cuota hipotecaria supera el 35% de los ingresos de una familia americana de nivel medio. Algunos propietarios se empecinan en no bajar los precios, otros no consiguen vender ni con descuentos. Los compradores observan cómo se acumula el inventario de inmuebles vacíos. Para tomar decisiones esperan rebajas de precios y de tipos hipotecarios que ahora están al siete por ciento.
La caída en la demanda de empleos de tres sectores fundamentales como son el transporte y la logística de mercancías, el consumo y la construcción bien pudieran poner a la economía americana en aprietos, igual que a su presidente, o bien obligarle a ceder en sus pretensiones frente a China.